INTRODUCCIÓN:
La entomología
cultural -materia en que se encuadra esta publicación-, aparece como una
verdadera disciplina científica en 1984, en el 17º Congreso Internacional de
Entomología en Hamburgo, y fue definida
por Charles L. Hogue, como “la parte de la entomología dedicada a
estudiar y conocer la influencia de los insectos en la literatura, lenguaje,
música, bellas artes, historia interpretativa, religión y recreación”.
Es decir, la entomología cultural, surge con la finalidad de interpretar las relaciones entre el hombre y los insectos.
Es decir, la entomología cultural, surge con la finalidad de interpretar las relaciones entre el hombre y los insectos.
A
diferencia de la académica y aplicada, se ocupa del estudio de los insectos en
las diversas manifestaciones artísticas, culturales y religiosas de la especie
humana y con frecuencia constituye una suerte de prehistoria del auténtico
conocimiento científico.
Para esta disciplina,
el concepto “insecto” difiere del concepto técnico, apareciendo así el llamado
“insecto cultural”.
Y “culturalmente”,
la palabra insecto se utiliza en sentido amplio para referirse a varios tipos
de animales, entre ellos: arañas, ácaros, escorpiones, garrapatas, ciempiés,
milpiés, etc.
Desde entonces el
tema se ha popularizado entre los entomólogos de todo el mundo, especialmente
del continente americano, contabilizándose en la actualidad más de 70
investigadores dedicados a esta disciplina.
En España, es la Asociación Aragonesa
de Entomología la más destacada en su atención a esta temática, con numerosos
artículos monográficos publicados.
Sin embargo no
existe –que conozcamos- ninguna obra, que intente recopilar la presencia de los
insectos en todas las expresiones de las bellas artes (incluso algunas menores
como la numismática, la papiroflexia, el comic o la publicidad) y ello, a lo
largo de toda la historia de la humanidad.
Esta muestra
gráfica que presentamos, en modo alguno es ni completa ni exhaustiva. Es
simplemente el fruto de varios años de búsqueda que pretendemos continuar, con
la seguridad de que no hemos hecho sino hurgar en este apasionante mundo.
Hemos optado por
retomar el concepto “clásico” de insecto y hemos obviado otros grupos de
animales afines y que como hemos dicho, se vienen incluyendo en la entomología
cultural, como los arácnidos, los miriápodos, etc.
No hemos querido
tampoco profundizar en la clasificación de las especies que aparecen en las
obras (en muchos casos perfectamente reconocibles, aunque en otros son fruto de
la creatividad del artista), ni tampoco hemos pretendido abordar algo tan apasionante como sería su simbología, por otra parte variable según la época, la
cultura y hasta el contexto religioso en que se creó la obra y que dejamos para
análisis más profundos.
Curiosamente, no son necesariamente los insectos más
admirados en nuestra actual cultura, los que mayor presencia han tenido en el
arte, exceptuando las mariposas -quizás los insectos que hoy nos resultan más
agradables y estéticos-, que son elemento casi indispensable en los cuadros de
“flores”. Así por ejemplo, algunos de
los insectos más reproducidos son los escarabajos, las libélulas y las moscas,
La distribución de
las obras se ha hecho por épocas históricas y excepcionalmente por zonas
geográficas, temática o autores. Es de resaltar la escasa representación
escultórica que hemos localizado, con la excepción de las dedicadas al mito de
Eros y Psyché.
Respecto a los
autores debemos resaltar el hecho de que algunos de ellos parecen estar
verdaderamente obsesionados con estos pequeños animales, incluyéndolos en
muchas de sus obras. Dejando aparte un enorme número de pintores flamencos y
holandeses del siglo XVII, que habitualmente y de forma muy realista los
representan en sus “naturalezas muertas”, podemos citar a Crivelli, Durero,
Seghers, Tolstoy, Bouguereau, Prever, Lalique, Redón, Escher, Dalí o Warhol
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